El proyecto de comunicación comunitaria “Crónicas Barriales”, tiene sus antecedentes en la Red Interinstitucional del Barrio La Loma de Olivos (Vicente López – Provincia de Buenos Aires – Argentina). Entre las instituciones que desarrollamos nuestras actividades en el territorio barrial y/o que destinamos nuestras tareas a la población que lo habita, comenzamos a gestar este espacio a mediados de 2005.

Decidimos reunirnos con una periodicidad mensual, con el fin de acrecentar en el proceso de fortalecimiento de la Red, promoviendo una modalidad de trabajo articulada ya sea para el diseño y gestión de nuevos proyectos interinstitucionales, como así también, para el seguimiento de las situaciones individuales, familiares y comunitarias más complejas.

Éstas son algunas de las instituciones que formamos la Red: el Centro Educativo Complementario Malaver Villate (la Escuelita), la Unidad de Atención Primaria Illia (la Salita), el Programa de Fortalecimiento Familiar, la Escuela Primaria Básica Nº 4, la Escuela Primaria Básica Nº 32, el Jardín Maternal Municipal Nº 6, Jardín de Infantes Municipal Nº 2, la Escuela de Educación Especial Nº 504, el Jardín de Infantes Nº 914, el Jardín de Infantes Nº 917, la Escuela Virgen del Carmen, la Escuela Media Nº 5, la Escuela Secundaria Básica Nº 23, la Escuela Primaria Básica Nº 15, el Centro Provincial de Adicciones de Vicente López y otras.

En el trabajo de todos los días desde cada institución, veníamos identificando problemas comunes, para los cuales sólo ofrecíamos abordajes parciales desde lo específico de cada uno. Algunas de las cuestiones que surgían de los diagnósticos y que más nos preocupaban tenían que ver con la fragmentación barrial, la exclusión socio-económica-cultural y la violencia institucional.

Si bien entendemos que muchos de estos problemas son estructurales y que su resolución excede las posibilidades de esta Red, pensábamos que un espacio de comunicación comunitaria nos permitiría, al menos, problematizarlos, desnaturalizarlos, compartirlos y ponerlos en palabras. Además, creíamos que esta idea significaría un buen aporte a los procesos de construcción de nuevas identidades barriales, la creación de nuevos lazos, la organización vecinal y la definición de proyectos de vida. Nos pusimos de acuerdo en comenzar a desarrollar una publicación escrita de tipo comunitaria e interinstitucional.

Especialmente, la Escuelita y la Salita fuimos las dos instituciones de la Red que decidimos empezar a trabajar fuerte en este tema… ¡¡pero no sabíamos qué hacer ni por dónde empezar!! Se nos ocurrió intentar con una revista barrial, que era algo novedoso porque nunca se había hecho en la zona. Pero estábamos muy desorientados/as y un poco desalentados/as, ya que no encontrábamos la manera de llegar al barrio.

Fue en ese entonces que nos enteramos que desde el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, se estaba organizando un Concurso Nacional de Publicaciones Barriales llamado «Contalo Vos». Con pocas dudas pero sin muchas esperanzas, decidimos presentarnos y escribir un proyecto, casi a las apuradas. Al final, quedó tan lindo que nos sorprendió. De hecho, nos ayudó a decidir que más allá del resultado del Concurso, igual íbamos a motorizar el desarrollo de una revista hecha por y para los/as vecinos/as del Barrio La Loma.

Invitamos a jóvenes del barrio a que participaran en las capacitaciones en Ciudad Universitaria, decidimos el nombre, armamos el modelo de publicación y para nuestra enorme sorpresa y alegría… ¡¡¡ganamos el concurso!!! Pero después de la emoción de la noticia, empezó la etapa más difícil: “¿y ahora qué hacemos?”. Sólo teníamos muchas ganas, muchas manos, un nombre y una idea…

De a poco, comenzamos a reunirnos, a pensar en el contenido y a armar las notas. También nos encontramos con Mónica, una hermosa persona que además es diseñadora y nos ayuda para que «Crónicas Barriales» sea una revista tan linda. Ella pensó diferentes logos y nos los mostró para que eligiéramos. ¡Estaban todos buenísimos, así que no podíamos decidirnos! Pensamos que lo mejor era hacer una votación y ver qué pensaba la mayoría. Pusimos una cartelera en la Escuelita y un sobre para los votos. Casi cien personas manifestaron su opinión y así elegimos el logo que nos identifica y que cambia de color en cada nueva revista.

¡En agosto del 2007 llegó el primer número y fue un éxito! ¡Al igual que el segundo, que vino en noviembre! ¡Llos/as vecinos/as se acercaban a decir que les encantaba la revista, a contar anécdotas, denuncias e historias! ¡Los/as jóvenes describían sus vidas, sus ilusiones, sus broncas y sus amores! ¡Y todos/as venían a preguntar: “cuándo sale el próximo”! El efecto en el barrio superó nuestras expectativas iniciales y recargó las pilas para seguir adelante.

Sin embargo, veíamos que nos estaba costando un poco conformar un equipo de trabajo integrado por personas del barrio, que se fueran constituyendo de poco en protagonistas, responsables y absolutos/as dueños/as del espacio. Nos parecía que aún estaban casi todas las actividades concentradas en los/as referentes de las instituciones.

Como ese no era el objetivo del proyecto… convocamos a una reunión abierta de vecinos/as, con el fin de empezar a conformar un equipo de trabajo de la revista. Pusimos una fecha y…. ¡¡tuvimos que suspender la reunión porque se largó una lluvia torrencial justo a esa hora!! Esperamos unos días… y volvimos a intentar. Por suerte, la segunda vez no llovió, así que pudimos reunirnos grandes, jóvenes y niños/as junto con referentes de la Salita y la Escuelita.

Organizamos algunos aspectos del trabajo y a la vuelta del verano… tuvimos que correr para terminar los últimos dos números para llegar a tiempo con la imprenta. Esto fue negativo, ya que interrumpimos bastante este buen proceso que habíamos iniciado.

Pasado el puntapié inicial, vemos que lo más importante es que podamos brindar el acompañamiento técnico necesario para ayudar a reorganizar el proyecto, construir referentes barriales, transmitir saberes específicos, fortalecer capacidades, favorecer la toma de decisiones autónomas.

Dejar la pelota otra vez en la mitad de la cancha para que alguien vaya a patear y empiece otra vez el partido. Pero para esto, es necesario que niños/as, jóvenes, grandes y viejitos/as tengan ganas de juntarse, ponerse las zapatillas y entrar a la cancha. Aunque crean que no saben jugar. Aunque les metan muchos goles. Aunque el partido lo gane el rival. Sólo por el placer de correr, divertirse, ensuciarse, caerse, levantarse y transpirar mucho la camiseta. Abrazarse y festejar. Porque jugar es más lindo que mirar cómo juegan otros/as.